Conocí el exigente trabajo de Rosa Guerrero cuando realizaba la exposición individual que inauguraba la entonces pozuelera galería Astarté. Han pasado los años y ahora podremos ver su última obra en El Foro de Pozuelo, inaugurando la temporada.
Siempre me sorprendió su pasión por el óleo, en unos tiempos que tantos anunciaban la muerte de la pintura. Formada en el prestigioso IADE su trabajo como corresponde a su sexo y su generación siempre fue a contracorriente. Tenaz y luchadora, la pintura se convirtió en su identidad en el terreno sentimental y artístico.
Siempre ha vinculado su tarea pictórica a la poesía, trabajando en paralelo, cercana también a esa espiritualidad española tan aguerrida. En la serie que presenta en El Foro, el color blanco aparece con una intensidad especial, que quizá tiene que ver con sus experiencias en el desierto, arrebatada por su belleza, misterio y serenidad que tanto han enriquecido su ánimo. A sus cuadros blancos incorpora otras sorpresas técnicas, que de alguna manera afloran la tensión que marca sus inquietudes.
Puedo pensar en muchas Rosa Guerrero, en su compromiso con el arte, en su sed de verdad. Su pintura siempre me ha producido muchas sensaciones. Exquisita sin olvidar las tormentas del alma, serena y volcánica, cercana al pisaje lunar y también a la sangre. Placentera. Fui conociendo a la persona y a la artista en caminos paralelos y entremezclados. Y su última obra, "Luz sobre luz" me transmite una intensidad especial. Casi la voy a descubrir a la vez que los espectadores -la vida a veces es tan dura- y me emociona. Porque se que hay mucha vida en su pintura. Y en estos tiempos es un bien escaso.
Jesús Gironés
No hay comentarios:
Publicar un comentario